domingo, 22 de marzo de 2020

EL TRIUNFO DEL CORONAVIRUS SOBRE LA RAZÓN



Los xenófobos dirán que tenían la razón: Sus propuestas de cerrar las fronteras, de prohibir el paso al extranjero, al inmigrante. Lograr que prevalezca su raza por encima de las demás. Encerrarse en sí mismos envueltos en su bandera de odio. Justificarán así su rechazo al necesitado y al débil. Confirmarán su capricho de levantar muros divisorios; "Si no eres de mi país, no eres bienvenido".

Los protestantes evangélicos dirán que tenían la razón: Los tantos excesos de nuestro mundo convulsionado nos ha llevado a esta nueva crisis. Nos lo venían anunciando desde las épocas de Mahoma, Buda y Cristo. Los signos de los tiempos se están cumpliendo constantemente. Dirán: "Se los veníamos advirtiendo de puerta en puerta y ustedes, necios, jamás hicieron caso, ¡Está en las escrituras!".

Los creyentes de las conspiraciones del fin del mundo dirán que tenían la razón. Dirán que sus teorías de un nuevo orden mundial son ciertas, que los poderosos crean tenebrosamente cada cierto tiempo estas crisis para depurar a la población, para infundir el miedo, para seguir como corderos mansamente en el redil. Sin sublevaciones ni revoluciones. "Así se controla a las masas por medio del temor".

Los ambientalistas dirán que tenían la razón: La contaminación, los incendios forestales, la tala desmedida, la caza indiscriminada y el apetito por los platillos exóticos derivaron en la exportación de los virus animales hacia los humanos. Las nuevas mutaciones y alteraciones biológicas son el resultado de nuestra falta de respeto hacia el medio ambiente.

Los politólogos, opinólogos y partidos de oposición no ayudan en mucho y solo crean mayor caos y confusión. Si fueran expertos en  epidemiología o en economía, estarían en la Organización Mundial de la Salud, dirigiendo y creando estrategias de contención sin recesión económica. Ellos también creen tener la razón...."Deberían esto..." "Deberían aquello..." "Así no..." Desean que suceda lo peor a costa de los demás para después poder exclamar: "Teníamos razón, se los dijimos" "Nosotros somos los buenos... ¡Captemos adeptos... votos!"

Los medios de comunicación creen tener la razón al sobredimensionar el estado de emergencia. Minuto a minuto explotan al máximo la tragedia, desperdician la oportunidad única de hacer consciencia en las masas; no reiteran las medidas preventivas, no subrayan en que debe de prevalecer la disciplina y el orden. Las buenas noticias nunca venden, por eso la insistencia en difundir el caos y los escenarios de terror mundial.

La ignorancia y la estupidez son tan peligrosas como cualquier virus mortal.

No existe un manual para paliar una crisis global. Ni siquiera en las mejores películas de ciencia ficción acerca de pandemias se supo a bien cómo encontraron la solución.

La única verdad expuesta por el momento es que el ser humano es sumamente frágil, hace mucho tiempo que hemos olvidado esto por completo. Un virus puede romper igual al millonario y al pobre. Puede arrasar con las poderosas economías, El dinero y el poder no son garantía de invulnerabilidad.

La humanidad ha sido puesta a prueba varias veces y durante mucho tiempo: La plaga de Atenas, la peste negra, la viruela, el cólera , las gripes...y sin embargo no ha sido por medio de la división y de repartir culpas como se ha logrado salido adelante.

Millones de héroes anónimos que ayudan, aportan y que incluso arriesgan sus vidas en favor de los demás, son los escalones que han llevado a la humanidad a un nivel más alto; al de la empatía, la misericordia y el amor.

La cooperación y la unidad es lo que nos hace fuertes, supervivientes a los eventos catastróficos.

Saber ser humano debería de estar por encima de la mezquindad política, del poder, y de cualquier creencia, raza o bandera.

Quizá esa sea la razón por la cual vivimos esta nueva agitación global; para recordarnos cuán frágiles somos y que olvidando nuestras diferencias, solamente la unión nos hace fuertes.

Una mejor narración del mundo en un futuro siempre es posible.



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