Cómo todos los días desde muy temprano, cuando todo aún es penumbras sobre el Boulevard Juárez, los autos parecen cohetes subiendo y bajando sobre la avenida con sus luces encendidas. Sobresale el estruendoso rugido de sus motores desvaneciéndose a la distancia...después de unos minutos todo se vuelve a la calma y al silencio...
Existe en el ambiente, un fuerte aroma a tamales y tacos acorazados que invaden las esquinas que convergen en la glorieta del Niño Artillero y, es justo ahí, a un costado del Banco Nacional, donde ya está esperando atenta a que pase algún camión, la muchacha de la acera de enfrente.
Existe en el ambiente, un fuerte aroma a tamales y tacos acorazados que invaden las esquinas que convergen en la glorieta del Niño Artillero y, es justo ahí, a un costado del Banco Nacional, donde ya está esperando atenta a que pase algún camión, la muchacha de la acera de enfrente.
Nadie aquí en el trabajo sabe a ciencia cierta cuando llegó, a donde va, a que se dedica ni de dónde viene; simplemente un día apareció de repente, apostada en la misma parada del camión cada mañana, cada tarde y cada noche.
Desaliñada, ataviada con sus jeans negros y una chamarra de mezclilla. Con sus gafas oscuras y una playera conmemorativa de algún concierto de Bon Jovi... Lleva puestos unos audífonos Sony que no están conectados a ninguna parte y de su hombro cuelga una desgarrada mochila Samsonite. Parecería que lleva años preparada para viajar, pero en realidad permanece estática y nunca va a ningún lado.
Desaliñada, ataviada con sus jeans negros y una chamarra de mezclilla. Con sus gafas oscuras y una playera conmemorativa de algún concierto de Bon Jovi... Lleva puestos unos audífonos Sony que no están conectados a ninguna parte y de su hombro cuelga una desgarrada mochila Samsonite. Parecería que lleva años preparada para viajar, pero en realidad permanece estática y nunca va a ningún lado.
Para todos, aquí en el trabajo, es un verdadero misterio la muchacha de la acera de enfrente y en ocasiones suele ser un tema de debate en la hora del café: Las mujeres dicen que es una versión local y moderna de la "Penélope" de Manuel Serrat; que su espera no es sufrimiento ni agonía porque al parecer está sedada aguardando al amor de su vida...Infinitamente la compadecen.
Incluso, sucedió hace unos días que Doña Ana -una ejecutiva de ventas en edad avanzada- no pudo más con su curiosidad y cruzó la avenida para intentar charlar con la muchacha; la saludó, le hizo preguntas, le ofreció comida y algo de dinero, pero no tuvo éxito. La muchacha solo se concretó a sonreír y a decir "no" con la cabeza sin emitir una sola palabra. Doña Ana, una experimentada vendedora acostumbrada a nunca recibir un "no" como respuesta, regresó inesperadamente derrotada.
Incluso, sucedió hace unos días que Doña Ana -una ejecutiva de ventas en edad avanzada- no pudo más con su curiosidad y cruzó la avenida para intentar charlar con la muchacha; la saludó, le hizo preguntas, le ofreció comida y algo de dinero, pero no tuvo éxito. La muchacha solo se concretó a sonreír y a decir "no" con la cabeza sin emitir una sola palabra. Doña Ana, una experimentada vendedora acostumbrada a nunca recibir un "no" como respuesta, regresó inesperadamente derrotada.
Los hombres, de manera simplona solo nos preguntamos ¿Qué edad tendrá la muchacha? ¿En qué momento se alimentará?, y... ¿Por qué está tan mal ubicada la parada del camión? (Unos veinte metros hacia atrás no estaría nada mal. A veces el ruido y el humo de los escapes estropean el gran momento de consumir tamales y tacos en los puestos semifijos de la glorieta).
Pasa el camión que va para San Pascual, pasa el autobús que va a San Ramón y pasa el colectivo con ruta hacia San Vicente. Ninguno de ellos son lo que espera esta muchacha aparentemente.
Surcan los aires los aviones, sobre la banqueta caminan incesantes cientos de transeúntes, mas ninguno de ellos es a quien espera la muchacha de la acera de enfrente.
Frente a sus ojos desfilan infinitos transportes: Taxis, autobuses, minibuses, motocicletas, comerciales, particulares y escolares...y sin embargo ella en ningún momento se intranquiliza , no injuria, no se desespera. continúa atenta viendo pasar cada automotor que se aproxima a ella.
Es un hecho que en esta zona no somos los únicos intrigados con este misterio urbano, como sucedió el otro día en que el señor Gerente del Banco Nacional, un poco titubeante y torpe se le acercó a la muchacha: Primero le cuestionó el porqué de su insistente presencia cerca del banco, luego, al no recibir respuesta alguna comenzó a cuestionarla más y a enojarse poco a poco; terminó por llamar a la policía, exigiendo que la retiraran de ahí por "mala imagen" o para "prevenir un probable ilícito".
Ocurrió entonces que los comerciantes y el señor del puesto de revistas salieron en defensa de la muchacha, impidieron que la movieran de ahí o que se la llevaran, "¡Pues la calle es de todos!" -decían- "¡Ustedes no se metan en su vida!"..."¡No está haciendo nada malo!" ..."¡Montoneros!"- indignados les gritaban y manoteaban a los policías-.
Ocurrió entonces que los comerciantes y el señor del puesto de revistas salieron en defensa de la muchacha, impidieron que la movieran de ahí o que se la llevaran, "¡Pues la calle es de todos!" -decían- "¡Ustedes no se metan en su vida!"..."¡No está haciendo nada malo!" ..."¡Montoneros!"- indignados les gritaban y manoteaban a los policías-.
Todos habían hecho su buena acción de la jornada, aunque en el fondo no lo hicieron tanto por ser buenos samaritanos; lo hicieron por su curiosidad de conocer el final de la novela. Tenían las mismas ansias por saber cuál era el motivo de tan larga espera: ¿Cuál es la finalidad de la muchacha de la acera de enfrente? ¿A dónde quiere llegar? ¿Con quién se quiere encontrar...? ¿Con el amor? ¿Con un milagro? ¿Con su destino?...
Lo que es un hecho, es que ella ya es parte de la glorieta, de la parada del camión y de las historias que día a día se pueden contar, y también es verdad que quizás la subestiman; me doy cuenta de ello cuando es de noche y hay que regresar a casa, especialmente cuando llueve y de manera súbita se altera un poco más nuestro ritmo de vida : Los comerciantes presurosos guardan atropelladamente sus puestos, y sobre la avenida la gente corre chusca para guarecerse del agua o abordar algún transporte. ¡Es en ese momento cuando la muchacha esboza un sonrisa maliciosa! y desde su atalaya, -que es la parada del camión- detrás de su mundo de sus lentes oscuros adopta una postura que parece decir: "¿Pero quiénes son todos estos seres tan extraños y afanosos? ¡Vienen y van constantemente todos los días, tardes y noches!: Atónitos, tristes o eufóricos. ¡Suben y bajan encadenados a similares horarios y compromisos! ¿Qué buscarán con tanto ahínco?... ¿A qué fe se aferran?, ¿A buscar el amor?... ¿Un milagro?...¿¡Su destino!?".
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