sábado, 14 de noviembre de 2020

CARTAS ARCANAS III (CICLOS)






Naho, Mich y Pame:

A lo largo de estos años ustedes se han preguntado esporádicamente el porqué todo principio tiene un fin y porqué lo que comienza se tiene que acabar.

Eso me recuerda cuando las llevaba a la feria y se subían al carrusel. Elegían el caballo más bonito y mientras daban vueltas en él, su alegría parecía no tener límites...hasta que el operador apagaba el motor del juego porque su tiempo se había terminado...y de ahí venía el desazón, la tristeza por querer dar unas vueltas más... y después otras vueltas más...y cuando nos alejábamos del carrusel parecía que pesaba más el mal rato por haberlo dejado, que la alegría por haber dado vueltas en él. 
Tenían la sensación de haber ganado y luego de haber perdido. Una percepción equivocada, pero normal en nuestra condición humana.

La embriaguez de las cosas nuevas deja la resaca de las cosas que ya no importan. Sea el destino, sea decisión propia, sean las cosas que tarde o temprano se vencen. Dejamos atrás el carrusel, pero ahí estaban esperándonos la rueda de la fortuna, el Ratón loco y el puesto de algodones de azúcar...

Siempre hay algo especial esperándoles y deben de estar listas para no dejarlo pasar.

Un nuevo sol en el horizonte apunta hacia donde la energía naciente no se desvanece.
La confirmación de soltar situaciones vanas que con el tiempo ya no son indispensables nos abre las puertas a ser libres; Libres de estigmas, libres de culpas, libres de sombras.

Las buenas semillas florecen independientes de climas propicios o de temporales.

Increíbles valles son parte del camino, algunos no estarán ahí para siempre; Dejarán huellas específicas y trazarán parte de una historia que por su naturaleza misma cambia, evoluciona,  pero no muere.

No edifiquen castillos tenebrosos dentro de sus corazones.
Cultiven la resiliencia, construyan con valor.

Hay días para la homilía, hay tardes para la humildad y hay momentos para volver a ponerse el traje de Rey.

Todos hemos perdido algo, incluso nos hemos perdido nosotros mismos...Y por eso del desafío de levantar de nuevo la mirada; sacudirse el polvo del camino y sin miedos continuar.

Perder algo es lamento. Soltar algo es catarsis.

El mal trago de los recuerdos amargos es pasajero. La gloria de los bellos recuerdos es perenne.

Ganar, perder y soltar: Son los ciclos de nuestra naturaleza que cambia, evoluciona y no muere. 

Este no es el rincón de los que lloran las derrotas, ni de los olvidados que se difuminan con el tiempo.

Este es el altar de los estoicos, de los que no se rinden. Renacer es la palabra. Los ciclos son los medios para llegar a la eternidad, pero el amor es lo único que nos hace infinitos.

Hoy estamos aquí: Somos el increíble paisaje y los caballos más bonitos del carrusel...
Nos amamos en presencia o en esencia. ¡Qué importa el número de vueltas!

Ya ganamos por el hecho de haber dejado huella, y el tiempo que nos sobra es miel sobre hojuelas si vivimos libres de estigmas, libres de culpas y libres de sombras. 

Nuevamente insisto: Renacer es la palabra: Muten su tristeza en alegría, transformen sus miedos en coraje y muden su odio hacia la paz.

Así que no se preocupen por nada. Los ciclos terminan, pero también comienzan: Ustedes ya lo saben: Cuando una puerta se cierra, otra puerta se abre; después de la tormenta viene la calma...Y nada de eso podrá detenerse jamás, simplemente porque el amor nos hizo invencibles...¡infinitos!

Les dará tanta felicidad descubrir un nuevo sol en el horizonte que apunta hacia donde la energía naciente no se desvanece...













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