sábado, 21 de octubre de 2017

EL AMOR EN DÍAS DE ESTREMECIMIENTOS



El amor en días de estremecimientos se percibe como un lenguaje mudo de aproximación. Es un deseo sincero de intentar profundizar en un pozo; encontrar el tesoro; Sincronizar las pupilas que compenetran a dos seres...Existe el amor en un abrir y cerrar de ojos.

El amor en días de estremecimientos es un lenguaje de cálida pronunciación. se palpa como una caricia en el alma; Consuela malestares y es un bálsamo que calma. Existe el amor en el abecedario y en el sonido de las palabras.

El amor en días de estremecimientos es valentía. Las catástrofes y las amenazas de guerra se desvanecen o se vuelven menos crueles si antes de pensar en mi, primero pienso en ti.

El amor es empatía, compasión y solidaridad.

El amor se mezcla con el café, con la distancia y con el rodar de las llantas.

El amor es visible en la neblina tempranera y en la repentina caída de cenizas del volcán.

El amor se encuentra en el cansancio, en una larga expectativa y en la letra de una lenta canción.

El amor es tangible en la llanura y en la balanza desequilibrada...El amor habita en donde debe de habitar.

El amor está presente en la luna llena de octubre y en cualquier  parque bajo las sombras de sus árboles.

El amor se encuentra en el rayo y en el trueno...en la gran nube gris que amenaza con llorar.

El amor ronda en el aire y se pulveriza con la lluvia, luego se vuelve río para regresar al mar...Y así se repite el ciclo de la vida en los días de estremecimientos, porque sin el amor, sería imposible el poder subsistir.










viernes, 22 de septiembre de 2017

PREVALECEREMOS



¿Se puede escuchar la tristeza de las calles?... Seguro que sí. La has escuchado a cientos de kilómetros de distancia. La has escuchado a unos cuantos metros de tu casa o de tu lugar de trabajo. La has escuchado dentro de ti en las últimas 72 horas constantemente. La sientes en tu humanidad cuando comes sin hambre y se forma un nudo en tu garganta...Cuando no logras dormir y deseas tener esperanza...Cuando te preguntas llorando el porqué de las cosas.

Colapsamos y volvimos a encontrarnos. Prescindimos del WiFi para mirarnos de frente a los ojos y preguntar sinceramente si la familia y los amigos se encuentran bien. Se desvanecieron las rencillas, los rencores. Hace pocas horas volvimos a ser seres humanos.

Nos incomunicamos tecnológicamente. Solo nos quedaron el pensamiento y el corazón queriendo conectar, hallar una respuesta inmediata de los amados ausentes, deseando tener la certeza de que todo estaba en orden.
Acogimos por un momento a los hijos ajenos como si fueran nuestros, entendimos la desesperación de los padres que trabajan lejos. Nos ofrecimos mutuamente ayuda de todo tipo, la que fuera, Nos aterramos ante el caos y la incertidumbre...nos consolamos nosotros mismos apelando a la misericordia del Creador.

Nuevamente fue la sociedad  - y no el gobierno- la que tuvo que salir a luchar a las calles. El pueblo salió a salvar al pueblo: Primero tú y después yo; hoy por ti y mañana por mi...Y no importa si tienes mucho o tienes poco; lo que se ofrece lleva una fe y una promesa inquebrantable de no dejarnos caer nunca.

La naturaleza que tantas cosas maravillosas nos ofrece, esta vez nos volvió a derrumbar sorpresivamente. Un nuevo golpe masivo en la misma herida. Regresó la tragedia, el coraje y la solidaridad.

Las nuevas generaciones asumieron heroicamente el liderazgo de comenzar a levantar los escombros - aunque ya existían las ruinas literales que han ido dejando los políticos-. Codo a codo, puño a puño, grito a grito. La tristeza y la desolación aminoran cuando el ser humano ofrece su vida a cambio de rescatar a un hermano caído.

Las ciudades lucen derruidas -mas no vencidas-,  la tristeza de sus calles seguirá escuchándose por un algún tiempo. El dolor cala más en la oscuridad de la noche, las horas críticas aún no pasan y será difícil mantener la misma entrega en las semanas venideras; sin embargo, existe la seguridad de que a pesar de los pesares, prevaleceremos.

Prevaleceremos; lo sé porque veo a los jóvenes sin miedo queriendo cambiar el destino.
Lo sé  cuando veo al empresario ayudar desinteresadamente.
Lo sé cuando veo a la población aportar sin reparar en el precio.
Lo sé porque siempre están presentes los que menos tienen, y de entre todos, ellos son lo más nobles y los más solidarios.

Lo sé, porque mi pequeña hija a venido hacia a mi para tomarme de la mano, me ha dicho que ya no me preocupe, que no tenga miedo, que todo estará bien.
Su inteligencia me da a entender que somos arcilla disuelta en el agua y que debemos de emerger sin temores para hacernos más fuertes.

Nuestra tierra y nuestros hermanos caídos en desgracia nos necesitan.
Nosotros necesitamos reconstruir nuestra tierra y ayudar a nuestros hermanos...Porque solamente unidos es como lograremos prevalecer.

domingo, 27 de agosto de 2017

LA IMPORTANCIA DE LAS PIEZAS ROTAS




RODRIGO.

Teníamos tan solo 7 años cuando a mi amigo Rodrigo -Alias "El chivas"- se le ocurrió la brillante idea de jugar una tanda de penaltis en la sala de su casa.

A pesar de la televisión, de los floreros y de las figuras de porcelana cercanas a la portería improvisada, Rodrigo insistió en llevar a cabo tan genial reto.

Me enfundé un par de calcetines en las manos simulando los guantes de un portero profesional,  me dirigí al marco de la entrada a la sala - mi portería-.  Mientras, Rodrigo ya había tomado demasiado vuelo para patear el balón. Corrió desaforado... pateó el balón violentamente, y rompió un florero de cristal por impacto directo; luego ya de rebote tumbo a dos guerreros mandarines y a un colibrí hechos de porcelana.

Cristal y porcelana...decenas de pedazos esparcidos por el suelo...La fúrica  mamá de Rodrigo entró corriendo a la sala con una tabla de madera para castigar a su hijo...Cinco tablazos bien puestos en el trasero del "chivas"...Vi como se rompieron las figuras decorativas, la paciencia de una madre, el orgullo de su hijo, y al final, también la tabla.

Mientras Rodrigo se revolcaba en el piso gritando de dolor, su mamá arrodillada en el suelo reunía las piezas rotas, pensando quizá en pegarlas posteriormente. Yo aproveché la distracción de ambos para salir sigilosamente de su casa.

Poco tiempo después de ese incidente, su familia se mudó de colonia y le perdí la pista; Pasaron seis años para que coincidiéramos en las canchas de fútbol amateur de categorías juveniles. Al término de mi partido, Rodrigo fue a saludarme, actualizamos información y recordamos aquella anécdota.

-¿Sigues rompiendo la decoración de tu sala?- Le pregunté sarcástico-
-Nunca más. De hecho eso me ayudó para mejorar mi puntería y marcar buenos goles. Mi secreto es visualizar jarrones, floreros y figuras de cristal en torno a la portería, de esa manera procuro atinar siempre al marco. - Me respondió con satisfacción-
-¿Y pegaron las figuras rotas, o te hicieron comprar unas nuevas? -Siempre tuve esa duda-
-Ni uno, ni lo otro. Pasado su gran enojo, mi madre entendió que solo eran cosas materiales -Concluyó-

Entendí que hay piezas rotas que deben de tirarse directamente a la basura sin ningún remordimiento.



ROSARIO.

Mucho tiempo atrás, diariamente por la tarde nos reuníamos en la cuadra los niños de entre cinco y seis años para jugar diversos juegos hasta que la oscuridad de la noche nos hacia regresar a casa.
A mitad de la calle vivía una muchacha muy linda, no sabíamos con exactitud su nombre, pero alguien de nuestro grupo de amigos nos dijo que ella se llamaba Rosario.

Rosario salía diariamente a la misma hora que salíamos nosotros. Bonita, arreglada y finamente peinada se sentaba en los escalones de la entrada a su casa, esperaba paciente a quien suponíamos que era su novio -un tipo que vestía siempre uniforme de policía-. La sonrisa de Rosario era enorme cuando lo miraba llegar, se podría decir que su felicidad se veía reflejada en una especie de aura; era en verdad una muchacha enamorada. Cuando su novio se marchaba, Rosario muy contenta nos llamaba para obsequiarnos caramelos que sacaba de una enorme dulcera; normalmente ella elegía una paleta y volvía a sentarse en los escalones para observarnos jugar, reír y pelear.

Aquel idilio era perfecto, incluso había el rumor en la calle de una próxima boda:  Yo ya me había resignado a extrañar los dulces regalados. Pero en una de esas tardes ocurrió entonces, que una patrulla se estacionó a mitad de la calle, de ella bajó precipitadamente Rosario que lloraba inconsolable, con su hermosa aura rota, con sus finos labios reventados y  con el corazón hecho pedazos... Ella estaba rota.
Con el rimel corrido por el llanto y el hilillo se sangre que corría por la comisura de sus labios Rosario entró a su casa azotando la puerta y la patrulla se alejo rechinando llantas.

No volvimos a saber de ella,  hasta que años después la mamá de una amiga nos platicó que encontró a Rosario trabajando en un Centro Comunitario de Ayuda para la Mujer. Nos contó que la vio muy bien. Supo que se había casado, que ya era madre;  y que era muy feliz orientando a las jóvenes.
De su ex novio, el golpeador,  refirió haberlo superado y que eso quedó había quedado en el olvido.

Entendí que Rosario logró unir las piezas de su corazón destrozado solo para hacerlo más fuerte.


Don Lázaro.

A la hora dela salida de la secundaria lo primero que nos encontrábamos cruzando la puerta, era el carrito de jugos de naranja de Don Lázaro; Él era un hombre de la tercera edad, de inseparables botas tamaulipecas rotas de las suelas  y de sombrero texano  perforado también por el tiempo.

Su carrito de jugos estaba hecho de madera y lucía destartalado; el letrero de su negocio era un juego de tablitas con letras pintadas en cada una de ellas, de tal manera que unidas entre sí se podía leer: "RICOS GUJOS DE NARANJA".

-"Ricos gujos de naranja"...¡Ja ja ja...! ¿Ya vieron eso? ¡Ricos jugos de naranja! ¡ja ja ja! - Se burló nuestro amigo Mauricio señalando el pequeño error-

-Ay sí, mucha pinche risa... " Ricos gujos de naranja"... ¡Pero bien que le entienden, pinches escuincles pendejos! - Contestó Don Lázaro, que a la distancia había escuchado a Mauricio, y la agarró parejo con todos en ese momento.
Mauricio paró de reír y de camino a nuestras casas, con vergüenza tuvo que soportar las burlas y el linchamiento amistoso.

Al día siguiente, y ya de manera seria, platicamos lo ocurrido. En general nos sentíamos apenados y nos propusimos ayudar de alguna manera a Don Lázaro: En el taller de estructura metálicas soldamos pedazos de solera para hacer un marco, del taller de carpintería obtuvimos una tabla para colocarla en el marco, y finalmente fuimos al salón de Artes Plásticas para hacer el diseño de un nuevo letrero que decía: "LOS RICOS JUGOS DE NARANJA DE DON LÁZARO". Adicional a eso, se realizó una pequeña cooperación de dinero con la finalidad de de entregársela al agraviado -pretendíamos recomendarle que usara ese pequeño recurso para la compra de un calzado nuevo-.

A la hora de la salida nos topamos con Don Lazaro y su carrito. Ángeles tomó la palabra y le dijo:
-Señor: Le ofrecemos disculpas por lo sucedido ayer, en verdad no fue intención de nadie hacer que usted se sintiera mal. Los muchacho hicieron este letrero para su carrito, esperamos que le guste porque lo hicieron de corazón-

Ángeles tomó un poco de aire -por aquello de los nervios- y prosiguió:
-Aparte y sin que se ofenda, nos cooperamos para darle un dinerito, no es mucho pero queremos ayudarle para que se compre una botas nuevas, algunos sabemos lo difícil que es caminar tanto con los zapatos rotos- Concluyó-.

Don Lázaro trató de darse un tiempo para mirarnos fijamente a los ojos de cada uno de nosotros y con su voz tranquila nos respondió:

-Miren escuincles, nadie es perfecto y de repente la regamos bien feo. Yo no fui a la escuela y lo poco que sé leer es por lo que me enseñó mi difunta esposa; de ella fue la idea de las tablitas con las letras, ella me acomodaba todo en el puesto y así anduvimos para arriba y para abajo hasta que a mi esposa se la llevo la diabetes...Ahora yo solito y tan sonso que soy, a veces no me acuerdo si va primero una letra o va la otra...o también es por la edad...Pero no pasa nada, ustedes no se preocupen, yo a mis tablitas no las cambio, y hasta que ya no pueda o el Señor me llame, así se queda mi letrero...Y de mis botas rotas, no se fijen ¡Sí tengo como diez pares nuevas en la casa! Lo que pasa es que estas son un regalito de mi hija, la que se fue para los Estados Unidos, ella me las mando hace un chorro de años ¡Y me va a traer más! nomas que no ha podido venir, pero luego en sus cartas me dice que vendrá un día de estos...Así que no puedo recibir su dinero...Yo a ustedes los veo a diario, y luego, luego uno se da cuenta de qué chamaco no almorzó, a quién no le dieron para gastar, a qué escuincle no le dieron para sus pasajes y ahí andan en el sol, quién sabe hasta dónde caminando, porque no hay dinero en sus casas...No me lo tomen a mal, pero no muchachos, gracias.- Nos terminó diciendo-

Don Lázaro sacó del carrito su costal de naranjas y las comenzó a repartir aventándolas a los presentes:
-Ora, ahí les va pa´la calor. La casa invita, ¡pero nada más hoy! ¡Y ya váyanse para sus casas chamacos carajos! ¡Orale!

Entendí que la entereza puede prevalecer a pesar de las piezas fragmentadas o rotas; y que cuando tiramos o logramos unir todo aquello que se rompe, que se fractura o que se estrella, formamos en el alma cicatrices que nos permiten continuar avanzando en el camino sin mayor demora.
































viernes, 30 de junio de 2017

MONOTONÍA VS TRASCENDENCIA



Hay un pájaro que elige siempre el mismo tramo de cable para posarse ahí durante un buen rato.
Otra ave, elige diariamente la misma punta de una cornisa para trinar animosa -indistintamente de que exista mal clima-.

Sobre la avenida abundan los mismos baches (a veces resulta grato reconocerlos), y cómo techo tienen a las conocidas copas de los árboles -que siempre será espectacular  poder visualizarlas-.

El mismo tráfico, los mismos autos, los mismos ruidos con sus mismos decibeles. Los mismos pórticos de las escuelas, los mismos cantos en honores a la bandera, los mismos niños distraídos que se creen enamorados y, comprometidos en la fila,  se toman de la mano.

Las mismas albricias dentro de las iglesias, el mismo perdón al inocente y al culpable.
El mismo temor de utilizar el GPS, o de no hacer uso de la intuición... La misma vaga sensación de estarnos perdiendo de algo.

La misma comedia, los mismos villanos, los mismos zapatos gastados, los mismos perpendiculares rayos del sol.

Las mismas ganas de huir, las mismas ganas de prevalecer. El mismo grito, el mismo camino.

Todo forma parte de un paisaje, de una estructura que ofrece bosquejos esenciales, y parecería no ser necesario profundizar en ello, detenerse un momento para apreciar si en todo existe algo bello, algo trascendente...algo fundamental.

Pasamos de largo por las laderas de las montañas, pero no distinguimos el frugal olor a campo.
Solo escuchamos ruido inteligible, discusiones, exigencias, quizá furia, corridos, reggaetón...
Miramos decenas de rostros difusos durante el día, pero al final del mismo no reconocimos si en cada uno de ellos existía dicha, necesidad o dolor.

Cada mañana la rutina hace fuerza tratando de que no se rompa la inercia de lo cotidiano, sin embargo, paralelo a ello se mantienen en calma los elementos que son sagrados: el amor, el conocimiento, la valentía, la entrega y la fe.
Elementos que nos permiten trascender más allá de la monotonía, emerger de los escombros donde nada cambia, donde todo es igual.
Entonces el reloj de arena avanza y la balanza se inclina a favor del constante cambio, encontrando nuevas rutas y diferentes ópticas; nuevos trajes y renovadas esperanzas; distintos antídotos e inéditas respuestas dentro de la misma ciudad; la de los mismos colores y la del invariable vacío.

El misterio de las flores que nacen y crecen en terrenos agrestes; es el mismo que el de la aves persistentes en las cornisas. Independiente del mal clima, animosas se disponen a trinar anunciando dulcemente que el día de hoy es bello, trascendental; parecen insinuar que si somos capaces de asimilar eso, nuestros mejores días pronto vendrán.


miércoles, 22 de marzo de 2017

EL AMIGO GUSTAVO





Un amigo -según la definición de la RAE-  es aquel con quien se disfruta algo en común. Es algo propicio, benigno, grato. Es un término para dirigirse a una alguien de manera afectuosa, aunque no haya propiamente una relación de amistad.

Bajo estos términos Gustavo Cerati es el amigo de millones; Es el fundador de La Ciudad de la furia, el diseñador de la música ligera y el creador de Los Juegos de la seducción.

En los años en los que no existían las redes sociales, miles adolescentes lo hicimos nuestro amigo.
En la era en la que no existía Spotify o dispositivos que viralizan canciones, Soda Stereo contaba con miles de reproducciones diarias en Latinoamérica.
Gustavo Cerati emergió para crear himnos eternos que sonaban en toda secundaria, en toda discoteca y en todo campus de universidad.

En algún momento de nuestra juventud, seguro que la mayoría de los pubertos quisimos ser como Gustavo: Un talentoso Rockstar:  frontal, contundente y desinhibido.

Gustavo fue un parteaguas del rock en español. Acerca de su trabajo hay un montón de críticas, alabanzas, premios y desprecios de los especialistas - críticas que no sirven para nada- al momento de disfrutar su legado.

Escuché sus primeras canciones en la radio "Espacio 59", percibí un estilo propio, algo diferente, un impacto que me impulsó a buscar sus dos primeros materiales editados en Argentina, y que solo conseguí en formato pirata en el Tianguis del Chopo.

Recuerdo el día que presenté mi examen de admisión a la preparatoria en el Palacio de Los Deportes. El foro estaba lleno a reventar. En medio de los nervios y de un mar de barullos, de algún lugar del foro surgió la música, sonó una canción reproducida en una radiograbadora introducida de manera clandestina; la primera estrofita de la canción sonaba así: "Yo te prefiero fuera de foco, inalcanzable. Yo te prefiero irreversible, casi intocable..." Reconocimos "Persiana Americana" dejamos de hacer aquello que estuviéramos haciendo, y sin darnos cuenta ya cantábamos al unísono el resto de la canción: "Tus ropas caen lentamente, soy un espía un espectador, y el ventilador desgarrándote, se que te excita pensar hasta donde llegaré..." Fue una comunión. El gran coro sonó tipo cántico de estadio; hasta que uno de los organizadores terminó la fiesta al ubicar y decomisar la radiograbadora.

Gustavo era un camarada que nos representaba absolutamente, sus líricas representaban a nuestra generación: Cuestionamientos, altas expectativas y la búsqueda de nuevos caminos.

Adoptamos a Cerati como nuestro Gurú; nuestro maestro de las cosas imposibles, el del séptimo día, de la primavera cero y de la fuerza natural.

Con el paso del tiempo, y de manera esporádica nos reuniamos con Gustavo y su banda; ya de manera formal en sus conciertos en el Magic circus, en el Auditorio Nacional o el mismo Palacio de los Deportes.

Al apagarse las luces Gustavo salía al escenario con su sombrero negro y su gabardina negra. Tomaba su guitarra con entusiasmo para saludarnos emocionado "¡Buenas noches México!" "¡Bienvenidos a los juegos de seducción!"...y la fiesta y la camaradería directa duraba aproximadamente dos horas...pero dejaba muy buenas sensaciones durante días.

Nuestros padres no comprendían nuestro gusto por esas canciones, pero hay algo importante de reconocer: El gran referente que es Gustavo Cerati en su trayectoria profesional: En todo momento grandioso. Monumentales presentaciones como testimonio de la pasión por su trabajo. En ello siempre dejó la vida.

Los amigos nunca se van.: prevalecen y trascienden a pesar de todo. Gustavo es un amigo genial que estuvo un buen rato entre nosotros, y tan osado como siempre, tomó su guitarra y se fue a explorar nuevos universos; no sin antes dejarnos su brillante legado en forma de una banda sonora que ameniza la vida de sus millones de amigos que -aquí en la tierra- lo seguimos escuchando cantar mejor que nunca.

Es en este punto, en el que de manera recíproca solemos pensar: ¡Gracias totales a ti!, querido amigo.