domingo, 9 de junio de 2019

FENG SHUI



La reunión de trabajo terminó con una instrucción precisa de nuestro jefe: "Salgan e identifiquen todo aquello que esté fuera de su lugar, todo aquello que no armonice con el espacio donde laboran , identifiquen lo que desentona...orienten el mobiliario. Adopten al Feng shui como parte de sus vidas".

Abandoné la sala de juntas pensando en lo raro de esa orden: ¿Acomodar qué cosas?... ¿Feng qué?...

Mi escritorio estaba en su lugar, la silla a un lado de él, las persianas cerradas porque en primavera el sol da de frente...La herramienta especial ordenada, los cajones alineados, las macetas con flores lindas bien ubicadas para adornar los sitios carentes de algo...

Analizando, aparentemente todo estaba en su lugar: Los bancos, las rampas, el color de las paredes...

Sin embargo, sentía que algo me hacía falta, tenía esa sensación de que algo no cuadraba. Me esforcé en ver más allá de lo tangible y fue entonces que pude notar en mí lo que antes no era evidente: No sé desde hace cuánto tiempo atrás estaba viviendo descorazonado, encontré mi corazón tirado en un bote de basura, separado en el contenedor de las cosas que no son reciclables.

¿Cuánto tiempo llevaba sobreviviendo así? No lo sé, ese fue el primer descubrimiento de otros tantos; encontré demasiadas expectativas olvidadas en los muros, además de incontables metas personales abandonadas por los suelos.

Vaya sorpresa. Creí tener todo en orden, pero supuse que las dificultades de la vida, los tropiezos y las decepciones habían orillado lenta e inconscientemente a mi corazón a abandonarme, y eso derivó en todo lo demás.

Más allá de creer o de  interpretar correctamente las técnicas del Feng shui, tales como poder calcular las estrellas voladoras o conocer los puntos cardinales por donde fluyen el agua y el viento, me dispuse a reorientar y recomponer internamente las cosas, aún contaba con mi espíritu combativo y la capacidad de creer en lo imposible.

La misión no era fácil, mas era indispensable realizarla en ese momento, pues estaba en vías de convertirme en un autómata, un soldado robot que veía pasar los días y las noches esperando sólo a que llegara el sol del otro día, y la luna del día siguiente, y así sucesivamente...vivir descorazonado ya era tristísimo, no podía continuar siendo un hombre de hojalata caminando por un eterno camino amarillo..

Desalentado me senté en el piso, bajo el marco de la puerta de mi oficina; respiré lento varias veces y comencé- en mi mente- a colocar cada cosa en su lugar. 
Ví pasar mi existencia desde la primera vez que tuve la noción de estar vivo. Momentos buenos, momentos malos, regulares momentos, grandes momentos...
Sentí furor, el aire y el sol que pegan de frente. Me sentí bendecido. Sentí en mis dedos el bombeo de la sangre. Experimenté agradecimiento, logré apreciar la belleza de la vida en todas sus dimensiones.

Íntegramente las situaciones pasadas y presentes y cobraron sentido, la balanza de la vida se había inclinado del lado del perdón, de la abundancia y de la congruencia. 
Todo dolor con el tiempo se supera y se transforma en experiencia. Mi corazón regresó a su sitio y con ello se armonizó lo restante; nuevamente me sentí humano.

La instrucción que dió mi jefe no fue la de hacer una introspección, pero el instinto de supervivencia nos lleva de una cosa a otra.

Es seguro que en un futuro surgirán nuevos inconvenientes, golpes bajos inesperados, tormentas...No importa...queda la enseñanza de que por sobre todas las dificultades, la vida es bella y es un privilegio poder estar aquí. Tomarla tal cual es y disfrutarla en todas sus dimensiones...colocando todo en su debido sitio.